El sonido más hermoso que he escuchado

EL MATRIMONIO PERFECTO

Dejé de amarte antes de conocerte. Por cada cosa que vi del mundo y me hizo daño, en cada situación que presencié y no me gustó… cada vez te amaba menos y no sabía dónde estabas.

    Me caso contigo el mes que entra.

    No puedo decir que no, porque es muy profunda la vergüenza, la vergüenza de admitir que estoy cometiendo el error más grande de mi vida; me caso contigo y tal vez hoy me convierto en una más de las estúpidas mujeres que andan por el mundo arrastrando sus « si hubiera… », Pero al menos soy honesta, una virtud que tú no tienes, porque hasta ahora no has podido admitir que lo que sientes por mí está muy lejos de parecerse al amor.

    El mentir está en la sopa que comerás conmigo al medio día, porque a través del noviazgo fui aprendiendo muchas cosas y sé que soy una mentira que dice estar contigo, porque yo ya me fui lejos… en realidad vivo muy lejos de ti.

    Pensarás que estás conmigo porque puedes tocarme, pensarás que estoy ahí porque puedes hablar conmigo… pero yo seré una sombra, una visión borrosa de la mujer que te escuchó decir palabras bonitas y pensó que la harías feliz.

Tú estás muerto. Yo estoy viva porque amo a mi familia, amo el respeto y las cosas pequeñitas, amo las sonrisas sinceras y la tolerancia. Tú estás muerto. No hay vida sin amor y yo, ya no te amo.

    Van a pasar los años y recordaré mi pastel de bodas como lo último verdaderamente dulce que me dio la ilusión de casarme. Pasará el tiempo y tú seguirás en tu afán de controlarlo todo, alimentando tu egocentrismo mientras me alejas más y más, yo sólo voy a decir: SÍ… a todo lo que pidas diré SÍ, aunque en la mente me aturdan los decibeles de tu voz, la manera en la que dices mi nombre y la mirada enfermiza que tienes… yo diré que sí a lo que quieras, porque soportarte será mi mayor prueba de sabiduría o tal vez de masoquismo, en realidad no estoy muy cuerda tampoco. Yo estoy creciendo. Tú crees que cada vez que cuelgas el teléfono y decides lastimarme eres más hombre, más grande, más fuerte y no te das cuenta que te estás haciendo muy pequeño, cada vez es más difícil encontrarte, cabes en el bolsillo de cualquier saco, porque humillar a los demás te convierte en un cobarde.

    Tengo aquí en los oídos los adjetivos que usarás para llamarme: « chaparrita », « princesita », « mamita… », Siempre creyendo que mi cerebro vive en constante retraso y que por eso creeré que me estás haciendo feliz… lo vas a asegurar. Seré yo la mujer con quien duermas, con quien tengas sexo hasta que decidas buscar a otra que cumpla con la misma función o tal vez sea mejor, seré yo la que acceda y cierre la boca para darle más opio a tu sueño de gigante, de ganador, de líder… aunque no sepas en lo que te has convertido.

    Habrá oportunidades miles para demostrar tu hombría, tu capacidad de manejar al mundo: si hace algo mi perro, si no dije la frase correcta, si derramé unas cuantas lágrimas, si por error se me ocurre pedirte atención.

    Podrás ir acumulando trofeos con tu mal carácter y yo jamás te pediré que me des un espacio, viviré con tu egoísmo, con tu dicha patológica de someterme y herirme. Seguiré con los oídos metidos en una bolsa para no escucharte, aunque tú pienses que estoy atenta para no volver a equivocarme.

    Voy a ser un mueble, a veces me vas a limpiar y querrás encontrar en mí un poco de paz y respuestas; seré una silla de brazos cada vez más estrechos, hasta que tengas que buscar comodidad en el suelo.

    No te vas a enterar, porque tampoco te enteras de lo equivocado que estás, de lo mal que me haces sentir y de la tristeza que siembras en mi alma cuando me pides que me calle, cuando dices que no te importa lo que pienso, cuando anulas mis razones y censuras mi capacidad de discernir… crees que nunca has fallado, crees que actúas justamente y que tu criterio no puede ponerse en tela de juicio. Para mí no hay validez, lo que yo siento no cuenta, pero tú… sólo estás desapareciendo… pobre de ti… o pobre de mí que soy quien observa tu realidad; como vives sumergido en una mentira enorme, una mentira adornada de palabras amargas cada vez que te enojas.

    Me caso contigo y no soy yo la que fracasa más con esto. Eres tú porque no me haces feliz, al menos yo sé que herirme a ti te hace un hombre dichoso, al menos sé que me necesitas para eso, al menos yo soy útil para algo; tú a mí no me sirves de nada, solo me has hundido… pero ya te dije… es tal la vergüenza que siento al admitir que me he equivocado, que mejor escribo un cuento y sigo adelante… finalmente éste será uno más de esos matrimonios perfectos.